“La tristeza del proceso revolucionario es que Belgrano no pudo llevar a cabo su sueño”

Publicado: 20 / 06 /2023


Entrevista a Hernán Brienza: “Belgrano nos dice que deberíamos haber hecho para ser país productor una potencia”

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El politólogo, periodista e historiador Hernán Brienza reflexiona sobre la figura de Manuel Belgrano, a 203 años de su muerte, y actualiza desde el presente debates que el prócer impulsó hace más de dos siglos y que aún permanecen abiertos con notoria actualidad en el país: “La diferencia entre Belgrano y los demás revolucionarios es que él tenía una solidez teórica que los demás no tenían; creía firmemente en la revolución, en la construcción de una nación y creía firmemente en las bases económicas de la construcción de esa nación”.

En la entrevista realizada en los estudios de la Agencia Télam, Brienza sostiene que “hay una gran frase que decía que Belgrano era el yunque de la revolución y Moreno era el martillo. Una frase clásica. Y a mí me parece que es interesante por la solidez de Belgrano”.

Para el historiador, a diferencia de otros revolucionarios que era más políticos, “Belgrano fue el gran intelectual que tuvo la construcción de la nación en la cabeza.”, pero destacó que no la pudo llevar a cabo: “La gran tristeza de ese proceso revolucionario es que él no pudo llevar a cabo sus propios sueños de una Patria. Y esa idea de ser radical y rabiosamente patriota está en función de haber entregado su vida absolutamente a una causa, lo que caracteriza a Belgrano”.

Foto Victoria Gesualdi
Foto: Victoria Gesualdi.

– Télam: Esta cualidad de Belgrano, ¿de dónde surge? ¿De su formación? Fue el único o uno de los pocos revolucionarios que tuvo la oportunidad de formarse en el exterior.

– Hernán Brienza: Sí, se formó en la Universidad de Salamanca, a diferencia de los demás revolucionarios que se formaron en Chuquisaca, pero es interesante también la formación en Chuquisaca porque es en el corazón de América del Sur, que es la actual Sucre. Y que además de alguna manera contesta a la lógica de que las ideas de la Revolución de Mayo son importadas absolutamente de Gran Bretaña y de Francia. Chuquisaca ahí tiene una fuerte influencia y a través de autores españoles que son monarquistas y republicanos, y es interesante plantear esto. ¿Por qué? Porque muchas veces se piensa que Belgrano estaba imbuido en la construcción de una nación, y en realidad estaban imbuidos en una lucha política que era la construcción de una monarquía constitucional descentralizada, que desmonopolizara, que democratizara. Y en ese sentido, cuando Belgrano asume las nuevas teorías económicas, dice algo muy interesante para pensarlo a lo largo de estos 200 años: “No hay que hacer lo que las potencias nos dicen que hagamos. Hay que hacer lo que ellas hicieron.” Y estudia el caso de Gran Bretaña y dice “Bueno, ¿qué hizo Gran Bretaña para convertirse en potencia? Proteger el mercado interno, exportar manufacturas e importar materias primas. En ese sentido, Belgrano nos dice a los argentinos qué deberíamos haber hecho para tener un país productor y una potencia. Lo que habría que preguntarse es por qué los liberales argentinos posteriores, incluso sus biógrafos como Bartolomé Mitre no tomaron aquellos consejos económicos que Belgrano les había propuesto a los propios liberales. ¿Por qué los liberales escondieron esa concepción económica productivista de Belgrano? Que es absolutamente de avanzada. Él visualiza el desierto en la Argentina, él visualiza la falta de mercado interno y dice: ¿Cómo se crea el mercado interno? Se crea generando trabajo, generando industrias, generando artesanado. ¿Tenemos la posibilidad de generar ese artesanado, esa industria? No. ¿Qué hay que hacer? Educación. Educación para el trabajo. Y manda a estudiar a hombres y mujeres por igual. Y esto también es de una modernidad radical en Belgrano, nunca pensado antes.

– T: Por la actualidad de lo que dice, parece un debate de cara a las próximas elecciones. Son los mismos debates que se tienen en Argentina 200 años después.

– HB: Es la gran tragedia de la Argentina. Es la repetición sintomática, diría un psicólogo social. La imposibilidad de poder resolver ese trauma primigenio de no poder construir una nación productiva, industrial y pujante. Por eso, el mito de la Argentina de nuestros abuelos funciona como trauma inicial, a la cual siempre queremos volver, pero es imposible volver porque las condiciones de esa Argentina de fines de siglo XIX con un comercio complementario con Gran Bretaña es imposible. Entonces añoramos algo a lo cual no podemos volver, no nos animamos a generar ese país industrial que nos merecemos, pero sí tenemos ese síntoma de volver siempre a destruir lo poco que logramos para poder volver a ese pasado paradisíaco al cual no podemos volver. Eso nos genera ese trauma y esa sensación de frustración permanente a los argentinos.

Foto Victoria Gesualdi
Foto: Victoria Gesualdi.

– T: Es pensar a Belgrano desde hoy…

– HB: Belgrano es muy profundo en su análisis. La otra gran pata de Belgrano para analizar la grandeza de las naciones es la unión, la unidad de las naciones, cuando tienen homogeneidad interna, a nivel de élites y también a nivel de relación entre élites y mayorías, cuando se produce esa unidad -dice Belgrano-, allí las naciones se convierten en potencia. La división es lo que impide que las naciones sean potencia. Los fracasos de las naciones están en la desunión de sus miembros, la desunión de sus élites. Y creo que también esa idea de mercado interno, esa idea de unión nacional nos dice mucho a esta Argentina permanentemente hegeliana, contradictoria. Tal vez la característica más importante de la identidad nacional argentina sea la división. Nadie puede decir qué es exactamente la Argentina porque hay dos Argentinas, hay dos maneras de pensar, de sentir y de vivir la argentinidad, y dos Argentinas en pugna. Y, quizás, la gran característica, si uno tuviera que decir ¿Qué es la Argentina? La Argentina es esa división. La Argentina es esa contradicción permanente…

– T: Esa disputa constante por la hegemonía.

– HB: Irresoluta, ¿no? Quizás si se resolviera, podría surgir otra Argentina diferente. Pero estaríamos hablando de otra forma de pensar la argentinidad. Una forma de pensar la argentinidad desde la síntesis evolucionadora, por decirlo de otra manera.

– T: ¿Con su muerte joven se frustra esa construcción de una nación, su sueño revolucionario?

– HB: Como todo gran intelectual, Belgrano no sabía nada de política y no tenía cintura política para accionar. San Martín pensaba que Belgrano debía ser el gran líder de la revolución. Pero creo que a Belgrano le faltó la picardía y la virtud política para saber construirse a sí mismo como a un líder. Y cuando alguien habla de virtud política, creo que la política tiene una expertise que la intelectualidad no tiene, en el manejo de la administración de recursos, la administración del poder. Lejos de una mirada antipolítico sobre el saber hacer política, la falta de ese saber hace fracasar el mejor de los procesos políticos o el mejor de los proyectos políticos. Si Belgrano hubiera tenido virtud política, quizás no hubiera muerto pobre ese 20 de junio de 1820. Que casualmente es el día de la división de los argentinos, de los tres gobernadores, cuando empieza la anarquía. La muerte de Belgrano marca la anarquía en la Argentina.

Entrevista a Hernán Brienza: “Como todo gran intelectual, Belgrano no sabía nada de política…”

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– T: ¿Muere en el olvido?

– HB: Las épocas suelen ser injustas con sus protagonistas. Tiene que pasar mucho tiempo para que alguien reconozca a un par como aventajado, intelectual o políticamente. Pasa hoy. No somos conscientes de las virtudes de quienes caminan a nuestro lado.

– T: Hay una parábola en la historia de él, que viene de una familia adinerada que le permite estudiar en el exterior, en Salamanca. Entrega su vida y todo a la construcción revolucionaria, a la revolución, y muere en la pobreza.

– HB: Lo que es impactante es que quienes admiran la virtud de la pobreza en Belgrano son ricos. Quién admiró la pobreza en Belgrano, que fue Bartolomé Mitre, murió rico. Entonces, habría ahí como un mandato a la pobreza para ser un héroe que yo no estoy muy de acuerdo con eso.

– T: La pobreza de los otros.

– HB: Sí, la pobreza de los otros, claro. Pero además nunca es la renuncia propia a la riqueza, es la pobreza del otro. Si vos querés hacer una revolución, tenés que morir en la pobreza, no podés tener un buen pasar. Y eso creo que tiene que ver con la competitividad de élites. Hay una élite que no quiere competencia en la acumulación de riqueza.

Foto Victoria Gesualdi
Foto: Victoria Gesualdi.

– T: Otra característica de Belgrano fue que se inventó, de alguna manera, a sí mismo: un abogado que terminó siendo general. ¿Cómo fue ese proceso?

– HB: Es muy divertido imaginar a Belgrano en la Campaña leyendo libros de estrategia porque no los había leído. Sí. En algún momento, es un hombre que se hace a sí mismo. Es como el prototipo del liberal decimonónico, que se construye a sí mismo como protagonista de esa historia. A Belgrano en ese ejército del Alto Perú lo llaman “el bomberito de la Patria”. Lo cargaban por leer libros, frente a otros militares que creían o en las estrategias de las academias europeas o en el coraje en el terreno de batalla, Belgrano quería encontrar una síntesis entre el coraje y la estrategia. A diferencia de San Martín, que es un gran soldado, Belgrano no lo es. Belgrano es una invitación al coraje cívico que debería iluminarnos a todos. El coraje cívico es aquel que no tiene las herramientas militares para poder llevar adelante una pelea. Leopoldo Marechal habla muy bien de ese coraje civil, del coraje a pecho descubierto, que no es el que necesita tanques y balas para ser valiente, sino que con su pecho y su civilidad construye política. En ese sentido, Belgrano nos ilumina, sobre todo en una Argentina y en un mundo donde la ciudadanía, y en estos 40 años de democracia, habría que pensarla ya no como ese ciudadano que se militaba encima, como en los años 80s, en la primavera democrática o en el Bicentenario, sino un ciudadano demandante, siempre insatisfactorio, donde no tiene responsabilidad de nada, sino que es pura crítica hacia quien ejerce la política. En ese sentido, Belgrano nos demuestra que todos deberíamos ser Belgrano.

– T: O por lo menos tener actitudes en ese sentido. Esto de la entrega más allá de no tener todos los recursos o elementos intelectuales, de formación, en pos de un objetivo en común.

– HB: Uno podría pensar que aquellos que admiran a Belgrano y que son parte de la élite dirigente, si lo admiran tanto deberían renunciar a su propia riqueza, ¿no?… Para mí la pobreza no es nunca una virtud ni tampoco es un lugar de orgullo, más allá de que no es una vergüenza ser pobre. Pero no creo en el ascetismo como virtud para la política ni para la vida en general. Todos aquellos que han sido pobres saben que de la pobreza se debe salir. El gran mandato es salir de la pobreza.

Entrevista a Hernán Brienza: “Belgrano es un subversivo sin darse cuenta. Crea la bandera desobedeciendo…”

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“Belgrano es un subversivo sin darse cuenta”

El historiador Hernán Brienza destaca como un rasgo clave en la figura de Manuel Belgrano su desobediencia: “Es un subversivo sin darse cuenta. Crea la bandera desobedeciendo a Rivadavia, que le dice que no cree la bandera, pero como la carta le llega tarde, ya la bandera la creó. Entonces Rivadavia le exige que queme la bandera y Belgrano le dice ‘Ya la creé. Ya está creada, qué voy a hacer’. Y cuando llega a Jujuy la entroniza y la convierte en un estandarte real en la Basílica de Jujuy, en la Plaza de Jujuy, y la carta de que queme la bandera le llega tarde, ya está entronizada. Entonces Rivadavia le exige que retire el ejército auxiliar y lo lleve hasta Córdoba para proteger a Buenos Aires, porque a Rivadavia le interesaba poco, más allá de la General Paz le interesaba muy poco el territorio de las Provincias Unidas. Habría que pensar si también no era una buena estrategia salvar el corazón de la revolución que era Buenos Aires, por la cercanía de los realistas en la Banda Oriental y además porque la derrota de Huaqui de Desaguadero había comprometido el frente Alto Peruano. Entonces Rivadavia dice retrotraer el ejército y Belgrano toma la decisión de desobedecer a Rivadavia y alzar al pueblo jujeño, y además al pueblo alto peruano que viene derrotado, porque el éxodo jujeño no lo hacen solamente los jujeños, sino que lo hacen también los soldados y los hombres y las mujeres que vienen del Alto Perú, comprometidos con la revolución y que van a hacer sacrificados o reprimidos por el ejército realista. Y Belgrano, lejos de ser el primero en participar del éxodo, es el último, es el que se va a la noche. Le cuida las espaldas a su propio pueblo con su ida. No es la vanguardia, es la retaguardia que protege a su pueblo en su éxodo hacia Tucumán. Y cuando llegan a Tucumán, después de un mes de un éxodo cansador, agotador, que además generaba muchísimas dudas en la camarilla militar de Belgrano porque se sentían cobardes huyendo del enemigo, hay una noche que es una noche mágica, es muy bella en términos históricos -la historia también tiene belleza- y que es cuando se le planta el gobernador tucumano Bernabé Aráoz y le dice que tiene que elegir entre las órdenes de Buenos Aires y los deseos de los pueblos norteños. Y su camarilla militar, entre los cuales estaban Dorrego, José María Paz, Holmberg, le plantean la necesidad de presentar batalla. Belgrano le escribe a Rivadavia que va a presentar batalla y Rivadavia le contesta que si pierde va a tener que responder con su vida. Y Belgrano tiene que elegir entre hacerles caso a los pueblos del norte, a costa de su propia vida, o desobedecer a Rivadavia y presentar batalla. Y decide hacerle caso al pueblo. Por eso hay una belleza en ese Belgrano asumiendo las causas de su decisión que pocas veces se ve en la historia también.

Foto Victoria Gesualdi
Foto: Victoria Gesualdi.

– T: ¿Es por esto qué las élites han reflejado una historia de Belgrano ocultando u olvidando estas cuestiones humanas, contradictorias, de firmeza, de desobediencia?

– HB: Sí. Creo que se lo condena a Belgrano a ser el creador de la bandera. Es el mejor proyector de las Provincias Unidas del Sur, que era una gran federación. No eran los países que tenemos ahora. Jorge Abelardo Ramos decía que tenemos un país pequeño porque no pudimos ser una gran nación latinoamericana.

– T: ¿Cómo fue la relación de Belgrano con las mujeres?

– HB: Habría que decir que Belgrano no fue un gran padre. Mandó a su hijo y a su compañera a Buenos Aires porque debía seguir abocado a la revolución. Pero también hay que decir, en defensa de Belgrano, que tenía un pensamiento muy igualitario en este sentido. La presencia de Juana Azurduy, de Remedios del Valle, “la Madre de la Patria”, y además los ascensos que hace a mujeres. Esos pequeños relatos demuestran o nos permiten sospechar la presencia importantísima de la mujer en la revolución, que como la historia la ganan los que escriben, como dice mi amigo Vitali, nunca los pobres ni las mujeres contaron su historia. La historia fue contaba por los blancos decentes de Buenos Aires. El éxodo jujeño no tiene una sola investigación hasta el 2012, ni una sola investigación hecha en Jujuy. Tampoco en Buenos Aires. Pero la historia de Jujuy la contaba Buenos Aires y la contaba el hombre blanco y “decente” de Buenos Aires.

Entrevista a Hernán Brienza: “El historiador cuando habla de la objetividad y neutralidad está mintiendo”

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Las mentiras de los historiadores

Más de una década atrás, durante los gobiernos nacionales kirchneristas de Néstor y Cristina Kirchner la corriente del revisionismo histórico retomó centralidad en el debate público, y hasta se creó el Instituto Dorrego del que Hernán Brienza fue parte. En la actualidad, el politólogo e historiador, autor de varios libros, entre los que se destacan El loco Dorrego, o Maldito tu eres (El caso Von Wernich) señala que “el revisionismo es un momento historiográfico muy del siglo XX y que está pensado en la revisión de esa historia oficial mitrista. Hoy podríamos hablar de un post-revisionismo o de un neo-revisionismo. O de una Historia más ligada a lo nacional, a lo popular, a lo federal, que no deja de tener una interpretación política”.

Y agrega que “todos sabemos que la historia no habla del pasado sino de las interpretaciones del presente. Quien dice que la historia habla de los hechos del pasado está mintiendo. Es como el periodismo cuando habla de objetividad y neutralidad. Un periodista que dice que es objetivo y neutral, primero está mintiendo, después vemos qué ocurre con eso. El historiador cuando habla de la objetividad y neutralidad está mintiendo”.

Para Brienza, “la Historia es el relato del presente que el presente tiene para decir del pasado. Con sus múltiples interpretaciones y con sus interpretaciones contradictorias. Y que, además, esas interpretaciones lo que hacen es reflejar los conflictos del presente, las necesidades y los deseos del presente.”

En ese sentido define que también la Historia opera sobre el futuro porque “no solamente refleja el presente, sino que delinea el futuro que cada una de esas interpretaciones querría tener sobre el pasado”.

Semanas atrás Brienza dictó una de las primeras charlas, en la provincia a de Buenos Aires, de la Escuela Justicialista de formación política Néstor Kirchner, que inauguró Cristina Fernández de Kirchner el 27 de abril último en el teatro Argentino de La Plata.

“Fue una invitación que me dio mucho orgullo y creo que también la formación política es fundamental para el futuro de la Argentina”, afirma. Y define que “Para hacer una política mejor, no necesariamente significa que un político deba ser formado, pero sí el mismo político formado es mejor que no formado. Creo que la formación lo que hace es generar debates, generar interrelación de información, de pensar en formas de decir, en formas de interpretar también la nación, y como trabajo en el INCAP, que es el Instituto Nacional de Capacitación Política (Brienza es su director), parte de esa capacitación es la formación política de los partidos políticos. Quizás el gran desafío de la democracia de estos 40 años es llenar de contenidos los discursos políticos que nos permitan tomar conciencia de lo que fuimos, de lo que somos y de lo que queremos ser”.

A continuación, la entrevista completa:

Entrevista a Hernán Brienza: “La tristeza del proceso revolucionario es que Belgrano no pudo llevar a cabo su sueño”

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Fuente: TELAM